Ya se están usando los drones a gran escala para la investigación científica en extensas zonas de difícil acceso en todo el mundo. Se usan por ejemplo, para saber la actividad de los volcanes reuniendo datos de suma importancia sobre la ceniza volcánica y los gases expulsados por los volcanes. Ha sido el caso cuando la NASA envío varios drones encima de la nube de dióxido de azufre nocivo del volcán activo Turrialba en Costa Rica. Gracias a ello pudieron dibujar mapas de concentración de gases volcánicos y mejorar los modelos informáticos que contribuyen a nuevas predicciones del clima global y riesgos ambientales para quienes viven cerca de los volcanes.
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En España se creó Flightech Systems, la primera empresa española en fabricar un dron, Altea Eko, para el control de incendios y catástrofes. Su misión será la de recopilar información útil para predecir la evolución de los incendios. Resulta ideal para el control de grandes extensiones forestales y todo tipo de explotaciones agropecuarias.
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En Estados Unidos los drones vuelan rumbo al Antártida donde se usan con fines científicos de exploración de grandes depósitos de hielo y para estudiar la fusión del hielo; también los usan en Alaska o Groenlandia.
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En Argentina se usan drones para proteger los bosques, esencialmente para detectar todo tipo de irregularidades a la hora de explotar los recursos naturales; toman fotografías que se envían en tiempo real a la Dirección de Bosques. Pueden recopilar datos y llevar a cabo experimentos en beneficio de la ciencia sin que sea necesaria ninguna presencia humana.
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He conseguido la información de las siguientes páginas:
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